No sé por qué titulé este borrador "miedos y deseos". Esto fue un sueño y obviamente en aquel momento -(hará unos cuatro años o más) lo interpreté de ese modo (el miedo prefiero no analizarlo ahora, el deseo lo veo un poco más clarito). Pero lo he releído esta noche y me ha sorprendido que el trozo del ascensor-vagón. La otra noche le conté a mi madre, igual, que en mi edificio habían cambiado el ascensor y se abrían unas puertas de cristal y se iba hacia un lado, subía en espiral alrededor del edificio, como si fuera un metro. Dale con el ascensor horizontal. Y en modo tren. La única cosa de la realidad que se corresponde con estos sueños es que yo a veces me equivoco cuando pienso en esperar el ascensor, por ejemplo, para bajar (para subir, no tanto). Digo, ay, es que me da pereza esperar el autobús (vamos, que prefiero bajar a pata). Y entonces no es un metro, porque al metro no se le espera tanto.
Desear tener un ascensor más rápido no es el deseo oculto, no. Me carcajeo.
Y ya puedo dejar aquí abajo el sueño de aquel día, que no publicaría, porque... pues tampoco es una historia que signifique nada para nadie. Solo que me gustó la imaginería. Soy mucho más de forma que de fondo.
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Desear tener un ascensor más rápido no es el deseo oculto, no. Me carcajeo.
Y ya puedo dejar aquí abajo el sueño de aquel día, que no publicaría, porque... pues tampoco es una historia que signifique nada para nadie. Solo que me gustó la imaginería. Soy mucho más de forma que de fondo.
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Todo empieza con que mi amiga M está aquí de visita, y
vamos a comer en un restaurante de hotel, y luego quiero ponerme el mismo
conjunto de hace quizás dos sábados, pero el pantalón no me cabe. Esta es la
parte del miedo o casi realidad del sueño, perder lo que he ganado (o ganar lo
que he perdido, según se mire). Pero qué conjuntadas y monísimas acabamos yendo
M y yo.
Pues luego vivía en un hotel, en mi mismo edificio. Mi
hermana subió por el ascensor normal y yo me subí en otro muy ancho que resultó
ser un vagón que pasaba horizontalmente por la planta baja del hotel y el
restaurante del mismo. Después de este viajecito, me subí en el ascensor
normal, donde había una señora que ocupaba la mitad, vestida en la misma tela
gorda y gris del tapizado del ascensor.
La habitación era más grande que mi piso actual, con camas
cuadradas de cuero azul y marrón, y yo llamaba a mi hermana, que estaba
escondida y casi no hacía bulto bajo las sábanas y edredón, muy en el centro de
una de las grandes camas. Cuando iba al baño vi que no era un baño sino otra
habitación pequeña, con camas normales. Había gente que pasaba por allí… de vez
en cuando. Me preguntaba por qué debía soportar los ruidos y la luz.
Luego había otras “vacaciones” con mi hermana y algún primo
y nos encontramos a F y a su hermano mientras vamos a hacerle una ecografía
a mi madre, con prisa porque se nos hace tarde. Nos íbamos a un sitio lejano
para mis estándares de los últimos años. Yo llevaba un teléfono de repuesto y
era finito y blando, que tenías que poner la mano debajo para poder manejarlo.
Y cuando tomabas una foto de algo, digamos, de una falda, aparecía tal cual, y
yo pensaba que era un gasto de materia prima fenomenal. Fatal para el medio
ambiente.
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