Y ella dice que soy como los niños con las películas de Disney.
Supongo que me estoy vengando porque cuando era pequeña no había de eso —películas
habría en algún sitio del mundo, ¿no? Pero un reproductor en casa, no—. Bueno,
recuerdo una amiga de mi hermana que tenía un tocadiscos que salía de un cajón
de debajo de la tele y ahí oía cuentos de Disney (en disco, obviamente). Eso
era el súmmum de la sofisticación para nosotras.
Lo que me ha llevado a pensar que lo que sí que había en mi
casa era un magnetofón (casi todo el mundo tenía tocadiscos), y que mi padre
cantaba tangos en su mesa de despacho. Y los grababa*. Y las niñas nos reíamos
y hacíamos coros al tuntún alrededor.
Una vez que mi madre pasó muchos meses en Barcelona con mi
hermano en el hospital, le grabamos una cinta para el día de la madre. Acabo de
buscar la canción en YouTube y no me acordaba para nada de la canción original
(ñoña donde las haya), ni dónde la oíamos, solo de nuestra “versión”.
“oh mamá, oh mamá, bendita sea tu bondad…” !!!
Y ojo, que la otra única canción que recuerdo de nuestro “repertorio”
y que estaba en aquella cinta, era Soy
rebelde, de Janet. Que éramos pequeñas y en lugar de “olvidar el rencor”
decíamos “olvidar el rincón” (qué sabíamos nosotras de rencores).
*Los genes no se pueden negar: ahí
está mi afición por el karaoke casero. Mi padre también intentó aprender inglés
con cintas, doy fe, y hacía judo (yo soy más de yoga, pero no me importaría pegar
unas cuantas patadas bien pegadas).
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