13/1/13

La niña que miraba

Lunes, 13 de junio de 2011 a la(s) 13:22 

La escena de escaparate en el Alsur Café, era esta:


Sólo he venido porque el otro bar más cercano a mi casa, donde voy algunas tardes cuando ya no me motiva trabajar en casa, está cerrado. Y sé que aquí hay WiFi.
Primero, los niños pequeños se suelen quedar mirándome a menudo, no quisiera indagar el porqué, que me lo barrunto. Pero hoy además, la escena era como tan ... femenina.
Yo, con mi camisa rosa de diner, con mi netbook, y mi copa de vino blanco, y mi móvil rosa, sobre la mesa. Pero no me quiero engañar, la niña no estaba mirando a las cosas rosa, ni al netbook, pobrecilla de dos añitos. Me miraba a la cara.

Vale, puede que no sea negativo y puede que vea tantas emociones. Y puede que el rosa de la camisa esté suficientemente cerca de la cara para que la niña se quede encantada. Ella me encantó a mí también, hay que admitirlo.

Que no es que sea el reloj biológico, no... pero chica, los niños pequeños tienen algo. Que no quiera (o no me atreva a) tenerlos, no implica que no me gusten y les vea la gracia. 

Otro día en un escaparate similar, desde mi biblioteca, subiendo las escaleras al segundo piso, ventanal que da al patio de una guardería. Un niño cogiendo un balón. Le miro, le sonrío, el se queda plantado con el balón entre las manos, mirándome mientras subo. Me quedo "hablándole" tras el cristal dos segundos, y luego me doy la vuelta mientras subo el otro tramo para decirle adiós.

Tres películas para un enero

Por fin hay tres que quiero ver sí o sí. 

A pesar del 21% de IVA, voy a ver las películas que quiero ver de forma compulsiva.
Mañana me toca la segunda, The Sessions, antes de que salga de cartelera. La tercera será The Master, que desde que leí una reseña de Neil Innes en Projector Magazine hace mucho ya la puse en mi lista. Era fácil decidirse; si Paul Thomas Anderson ha hecho Magnolia y Boogie Nights es uno de mis hombres.

De factura más cercana (y más cercana a la vida cotidiana) es la que sí he visto ya, Una pistola en cada mano, de Cesc Gay. En la línea de siempre, no apta para machotes de tiros y explosiones ni para impacientes (y fue un reto ir aquel lunes, cuando estaba supernerviosa y cansadísima: pues no, no me dormí). Porque es primero uau, después "no sé si..." y después una semana de recordar detalles o escenas al despertar.

La tira de actores es fenomenal:

Me han sorprendido gratamente unos cuantos, como Leonardo Sbaragglia, Eduardo Noriega y mi favorito, Eduard Fernández. O su personaje, como él mismo se define, un "desgraciado global". Eso ya paga toda la  película. Entre ellas, Clara Segura está de miedo.