16/10/07

EGB y jabón Lagarto

“Los de la EGB” era el título de una de esas presentaciones PowerPoint que te reenvía el personal como si el correo electrónico se hubiese inventado con este fin. Ya sé de qué va y lo he abierto, e incluso leído, aunque la primera vez que lo leí era mejor o quizás era otro distinto. El gran paréntesis: Que sí, es cierto que nuestras primeras deportivas eran unas Paredes y muchas cosas que no recordabas. Pero lo que más me gusta es que el jabón de Marsella entonces se llamaba Lagarto. Y además era un jabón de verdad, el de toda la vida, con el que frotabas lo más sucio antes de meterlo en la lavadora, que no había oxiaction que valiera. Por no decir que todavía no existe ninguna oxiaction ni otra mierda de action que quite las manchas sin frotar. Palabrita de ama de casa a tiempo parcial, total cuando hay ansiedad. Me niego a comprar productos con perfume a puto jabón de Marsella –suavizante, detergente, limpiapisos, lavavajillas... sólo falta la colonia y el desodorante. Claro, si ahora el suavizante huele a Nenuco, coño, que la colonia de bebé huela a jabón Lagarto, o quizás si el limpiador de suelos oliera a colonia Johnson's me gustaría más... o el aceite Johnson's podría oler a Mistol. Cerremos paréntesis. El resumen es cómo ha cambiado todo desde que los cuarentones de ahora íbamos a EGB. Y lo supuestamente buenos y conformados que éramos entonces. Me llega esto junto con unas experiencias que me recuerdan que las cosas no han cambiado tanto en algunos aspectos. Vale, a lo que iba. Que yo fui a EGB, y ahora estoy en un instituto de secundaria (lo de educación lo omito adrede), donde mis alumnos son los que entonces serían de octavo curso. Y ya se sabe, nos quejamos de que los adolescentes de ahora no trabajan ni tienen interés y cosas mucho peores. Que es muy cierto. Pero no es menos cierto que de éstos también había en aquella época. Yo fui a FP, y he visto paralelismos entre mis alumnos de hoy y algunos de entonces. La diferencia es que ahora son el cincuenta por ciento, y antes eran dos o tres de cuarenta. Sí, uno de mis alumnos, desde que me quedé con un grupito de 12, de los que no quieren aprobar la ESO, se ha pasado todas las clases encerrado en un armario pequeño. Miento: el último día salió para acostarse sobre unas mesas y que las chicas de la clase le dieran un masaje relajante. La diferencia es que aquel de mi clase de FP se metió en el armario para chivarle las respuestas del examen a otro. Al menos, había un objetivo, y un pensamiento. Esas mismas chicas con vocación de masajista son las que a veces sacan el espejo y se peinan y se maquillan. Y esto también lo vi en FP. En la clase de lengua de una profesora que tenía el pelo muy cardado. La diferencia: estaban en las últimas filas. Las de hoy están en la primera. ¿Por qué dejo que se quede en el armario el pequeñito? Supongo que por imitar a la profesora del pelo cardado: Mientras se calle y no moleste… mientras tres me hagan caso dejo a los demás que se maten atrás si quieren. ¿Cuándo hay que expulsar a un alumno? He decidido que el lunes mismo. Es lo que me pregunté el primer día, que fui a la clase que comparto con otra profesora y entonces vi que no expulsaba a la mayoría, aunque bien se lo merecía. Y en mi clase reducida estoy en las mismas: si expulso a los que se lo merecen me quedo sola. Que no me importaría. Hay: Peligro de síndrome de túnel carpiano de tanto escribir partes de expulsión, tantas reglas sobre lo que un profesor puede hacer o no, y normas no escritas del tipo "éste quiere que lo expulses, así que no puedes expulsarlo". No ayuda el sistema informatizado de pasar lista y poner faltas de asistencia y de disciplina, con doce códigos numéricos para cada falta. Fallo: en la falta de disciplina, no se puede entrar más de un código, y la mayoría cometen casi la docena de faltas a un tiempo. Y chica, estoy perdida. Mi profesor de inglés en FP –sólo porque no respondíamos bien a los ejercicios- pegaba un puñetazo en la mesa y después un portazo y se largaba. Luego venía la profe de Humanística y nos echaba la bronquita sobre qué le hemos hecho a Luís que tanto se preocupa por nosotros y después nos explicaba cómo funciona la adrenalina en el cuerpo aprovechando el ejemplo del enfado de Luís. No sé los demás, pero yo aprendí con estas cosas. Pues eso, yo quisiera largarme como Luís, pero creo que no se puede. Me gustaría explicar lo de la adrenalina -o algo similar- pero dudo que me dejen. Aunque a un chiquillo de los más revoltosos (por decirlo suave) le he dicho que a ver si se pone e intenta ser ministro de educación para cambiar esa ley de la escolarización obligatoria hasta los 16 que tanto odia. Opiniones oídas recientemente, que intentaré poner en forma de diálogo: -La ley está así, y ahora ya no hay vuelta atrás. (¿Cómo que no? Igual que se pasó de EGB a ESO, que se pase de la ESO a lo que sea.) -Pues no, porque si salen a los 14 se van a los billares y se empiezan a meter… (alguien más viejo que yo). (Es igual, el que se va a meter se meterá. La vida es dura: hay gente que supera esta etapa y los hay que no. Selección natural. También los había que iban a trabajar y otros que iban a FP... Y ahora, igual, cada cual ya elige lo que quiere.) -A los adolescentes no se les puede pedir que estudien. Yo los pondría a hacer deporte y servicios sociales. (Pro: Me parece muy bien. Merece la pena intentarlo; darles a probar la realidad. Contra: Habría qué ver cuánto deporte organizado pueden soportar y si van a limpiar las calles, por ejemplo. Que deberían... con una figura tipo jefe tiránico. Pero si esa figura no fuera capaz de conseguirlo… ¿Que voy a conseguir yo?) Y una solución intermedia, si yo tampoco llego a ser ministra de educación, sería: vale, aquí se quedan hasta los 16. Los separamos, como se está haciendo, en "los que quieren aprobar" y los que no. Pero mejor. Y el que tenga a los "malos", pues oye, al menos que no se tenga que preparar nada, ni gastar los recursos de la escuela en fotocopias. Incluso se les puede encerrar en una clase y que se maten si quieren. Y así nos ahorramos también un sueldo. Yo por el momento el lunes voy a expulsar a algunos, a cerrar la clase con llave para que no se salga y entre (aunque sospecho que no la puedo cerrar e irme a tomar un cortado). Y ya te contaré. Sé que sólo es un trabajo, que salgo y ya no soy ésa. Pero al pensar me jode que todo evolucione como el detergente: que inventamos nuevas fórmulas, nombres, formatos, concentrados y quitamanchas milagrosos. Que lo envolvemos todo en olor a jabón de Marsella pero las manchas siguen apareciendo y perdurando, porque ya nadie frota con jabón de verdad.