12/1/20

Modern Love antiguo


Despierta a las seis por una necesidad fisiológica o dos, agrega una coma en un lugar donde faltaba, lee un rato y tiene la mala suerte de estar aún despierta cuando el bebé mayorcito del piso de al lado empieza su conversación matutina con la madre. 

Por suerte no dura mucho, y puede seguir leyendo hasta que se le están cerrando los ojos cada dos líneas, y se encuentra a gusto con los ojos cerrados y sintiendo el silencio, escuchando además los latidos de su corazón. Escuchando dice porque no los oye, pero los siente tan fuertes que parece que se oyen. Le extraña la sensación de notar un órgano, ese órgano, tan presente. Deja el libro a un lado y se duerme al fin, mecida por el latido.

***

Se mete en la cama y una vez bien colocadita saca los bracitos para coger el libro y ve las mangas de la rebeca. Vuelve a salir para quitársela. Decide no leer sino acostarse de lado. Con la luz encendida. El silencio y la imagen que entra en su campo de visión le recuerdan a una película francesa. Cojines de varios colores en varias posiciones, unos guantes blancos, los de reposar la crema de manos, dejados caer. Y al final decide que hay que leer, leer esas cosas que le recuerdan por desgracia al último desamor. Al peor de los desamores porque fue supuestamente un amor inmenso que duró las coplas del aguinaldo. 

El teclado inteligente del móvil que se guarda tus palabras y tus tics... Usa las de otros también, le consta, pero las tuyas las guarda y te da las estadísticas si quieres. 

Pero lo peor ahora es que escribe “Hola” y le sugiere, siempre, “mi amor”. O escribe “te” y sigue, “quiero mucho”.


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